domingo, 23 de julio de 2017

Crítica de Transformers: El Ultimo Caballero (The Last Knight)


A estas alturas no sé en sí ¿cuál era el objetivo detrás de esta quinta entrega? Un total desorden en su narrativa y la misma acción con la excepción de que esta vez los personajes en sí carecieron de una motivada fortaleza en comparación con las pasadas y ello porque ninguno de los antagonistas como protagonistas congeniaron con las circunstancias.

Nada ha cambiando desde la batalla de Honk Kong, el Gobierno mantiene sancionado a los transformers y cualquier encuentro termina en severas bajas. Cade Yager continúa siendo un prófugo de la ley al mantenerse protector de los autobots ante la ausencia de Optimus Prime cuyo viaje sólo pone en movimiento el fin del mundo profetizado en el año 484 después de Cristo.

El punto permanece el mismo, salvar al mundo mediante una reliquia especial ubicada en un pasado donde aparentemente la Tierra no le pertenece a los humanos sino siempre ha sido de los Transformers; y no tienen excusa considerando su exagerada duración de 2 horas 30 minutos. Sin duda ya se empieza a acumular el cansancio.

Existen escenas innecesarias como el ataque sorpresa durante la guerra en Alemania, aquella controversial escena Nazi y ¿qué sucede con la leyenda del Rey Arturo? Tiene sentido, no lo niego pero el detalle es que hubiese sido mejor una adaptación limitada a ese contexto como lo ha estado haciendo X-Men o inclusive Kong: La Isla Calavera.

Parece como sí la dirección creativa decayó en lo absurdo con Michael Bay, no entiendo qué sucedió para concluir en continuación y considerando que este es sólo el inicio del universo expandido de Hasbro, la preocupación debe notarse ante el declive de la taquilla y con mucha razón porque le hace falta una buena refrescada a la serie.

Además se careció de un verdadero combare entre Bumblebee y Optimus Prime; en sí este último sólo aparece a lo mucho 25 minutos de los cuales 10 minutos aparece de villano. Lamento si esto es un spoiler pero preferible advertirles ya que el guión en sí empieza con la leyenda del Rey Arturo y transiciona a una búsqueda tipo El Código Da Vinci.

Todo el tiempo Mark Walhberg parece estar perdido, Josh Duhamel siempre está a un paso atrás, Stanley Tucci aparece como otro personaje fugaz, Anthony Hopkins funciona como el Nick Fury aunque se excede con la información y Laura Haddock trata de compensar su falta de desarrollo debido a su llegada de último momento.

John Turturro regresa a la brevedad como el caso de Liam Garrigan, Santiago Cabrera y otros actores que como lo vengo comentando, se siente tanto la saturación en la edición lo cual es irónico considerando su larga duración. Honestamente creo que viene siendo momento de retirarme y concentrarme en otros universos tales como DC Comics o de monstruos gigantes.

Haciendo caso omiso a los defectos, hay un poco de humor y secuencias épicas por disfrutarse más no puedo evitar sentir que esta franquicia debió haber concluido con El Lado Oscuro de la Luna. Al menos aquella trilogía tenía un instinto impulsado por un creciente adolescente. Lo sencillo es bueno y desesperadamente esta franquicia debe regresarse a sus raíces.    



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